Tipos y síntomas
• Aguda: cuadro clínico intenso y repentino, en el que el paciente presenta dolor lumbar unilateral o bilateral, fiebre alta (38º o más), decaimiento, estado de compromiso general severo, náuseas, vómitos y deshidratación. Estos síntomas pudieran estar acompañados también de dolor y ardor al orinar, incremento de la frecuencia de micción, orina de color anormal, con sangre o de olor fuerte.
• Crónica: infección asintomática que compromete la función renal. Consiste en un sinnúmero de cicatrices y secuelas en el riñón como resultado de cálculos renales, de infecciones agudas a repetición u otras condiciones más complicadas.
Por lo general, las infecciones urinarias comunes se tratan con antibióticos orales de forma ambulatoria, es decir, no es necesario internar al paciente y el tratamiento puede llevarse a cabo en su casa.
En el caso de la pielonefritis, los fármacos se recetan por un mínimo de 10 días, pero incluso pueden llegar a usarse durante un mes. En algunas oportunidades, cuando el cuadro es más severo y el compromiso renal es mayor, el médico indica más de un antibiótico o determina la hospitalización del paciente para administrarlos por vía endovenosa. Junto con ello se lo hidrata por la misma vía y se le dan medicamentos para aliviar las náuseas y los vómitos.
Además, el manejo terapéutico varía según la condición de salud previa. “No es lo mismo tratar estas infecciones en un diabético o en un inmunodeprimido, ya que es evidente que el mismo germen va a establecer un cuadro mucho más severo en esa persona, pudiendo provocar complicaciones gravísimas como un shock séptico”, explica el doctor Dell Oro.
Aun cuando el 95 % o más de las pielonefritis bien tratadas se recuperan totalmente y no provocan daños renales, hay casos en que estas evolucionan mal y no muestran signos de mejoría. En esas situaciones se realiza una ecografía o un escáner de los riñones para determinar si existe un absceso en el riñón o pus en el tejido perirrenal.
Hidratarse para prevenir
Pese a que no todas las pielonefritis derivan de una infección urinaria baja o de una cistitis, prevenir estas últimas es una buena manera de evitar las primeras. El principal mecanismo para protegerse es beber abundantes cantidades de agua al día, con el fin de incrementar la producción de orina y la frecuencia miccional, de manera de eliminar las bacterias que, aunque se hayan multiplicado, aún no han comprometido los riñones. “Hay que educar la vejiga para ir constantemente al baño, y para eso hay que tomar mucho líquido. Mientras más veces vaya a orinar, más opciones tendrá de expulsar por la uretra los gérmenes antes de que estos se adhieran al riñón y provoquen una pielonefritis. Por eso, la recomendación es beber al menos dos litros de agua al día”.

