La piel puede envejecer prematuramente, como resultado de la exposición prolongada a la radiación ultravioleta del sol. También esta exposición es la causante de cáncer de piel, en muchos casos.
La mayor parte de los efectos nocivos del sol sobre la piel, comienzan a tener efecto a partir de los 20 años. La radiación UVB es la principal causa de las quemaduras solares, afectando en principio, a las capas más externas de la piel. En cambio los rayos UVA, penetran en mayor profundidad.
Tanto los rayos UVA como los UVB, provocan lesiones (arrugas), disminuyen el sistema inmunológico, dando lugar a infecciones, alteraciones que provocan el envejecimiento,y provocan cáncer. También, pequeña cantidad de rayos UV dañan las fibras colágenas, que son la principal proteína de la piel, y hacen que se acumule en forma anormal, la elastina, que es una proteína responsable del estiramiento de la piel.
Se altera la función de las enzimas que remodelan el tejido dañado por el sol. Algunas de estas enzimas, son las que degradan el colágeno.
Por lo tanto, las fibras de colágeno se forman irregularmente, en forma desorganizada, dando lugar a la formación de arrugas.
Las personas adultas de raza blanca expuestas a la radiación UV natural de la luz solar, son las que posteriormente tendrán indicios de fotoenvejecimiento en la piel del rostro.
Un porcentaje importante de la población se verá afectada por fotodaño en zonas expuestas, a la edad de 50 años aproximadamente.
También ocurre ésto, en las personas que tienen la piel morena, en menor grado.
Es importante recordar que el daño solar es ACUMULATIVO e IRREVERSIBLE,  pero nunca es tarde para prevenir.